Corrompidos y marchitos por la poderosa brujería orca, quedaron reducidos a esclavos y salvajes, despreciados por sus hermanos indemnes y condenados a vagar sin rumbo por Zangar. Muchos cayeron por el camino hasta degenerar del todo, mientras que otros se resistieron e incluso han conseguido convivir con el resto de Draenei.
Son un mal recuerdo, pero no dejarán que eso sea un mal presente.
Historia y Sociedad
La Horda llamaba a las puertas de Karabor. La defensa recaía en los Vindicadores y su Exarca, Akama. Un hábil comandante y feroz sacerdote guerrero.
Pero de nada sirvió. Superados en numero, las defensas cayeron y los supervivientes se vieron obligados a huir hacia los pantanos fungales.
Perdidos, sintieron como la corrupción demoníaca asfixiaba Draenor lentamente... y a ellos también. Todo se marchitaba, los más débiles enfermaban y morían. Solamente los más fuertes soportaron aquella carga, agotados, maltrechos... poco a poco su cuerpo cambiaba. Estaban mutando... en otra cosa.
Perdieron el vello, les crecieron mas tentáculos, se cuervo se redujo y sus extremidades se retorcieron. Se sentían débiles, frágiles y enfermos.
Cuando buscaron la ayuda de sus hermanos, estos los repudiaron. Vieron en ellos monstruos y demonios, algunos Vindicadores incluso propusieron cazarlos y darles una única solución a su condena, la muerte. Los Naaru los salvarían, pero no sería ahora... ahora ya era imposible.
Pero cada vez había más exiliados y más draenei se quebraban. Víctimas de brujería, esclavos de los orcos, refugiados abandonados a su suerte. Incluso los defensores de Shattrath se vieron dispersados y expuestos. Nobundo entre ellos.
El Exarca Akama y el Vindicador Nobundo encontraron caminos diferentes. Akama se convirtió en un salvaje y forajido de los yermos de Draenor, un cazador de orcos lleno de rencor, rabia y ansias de venganza. Nobundo consiguió la protección de Velen y creó una pequeña comunidad de Krokul en el Castillo de la Tempestad. Serían trabajadores, harían lo que hiciera falta para ganarse su sitio.
Uno conoció a Illidan y el otro conoció a los elementos. Dos caminos que cada vez se separaban más, en una misma raza... Unos se condenaban a la corrupción...
Pero los otros se refugiaban en la salvación. No repararían sus cuerpos, pero sus almas seguirían intactas.
Kurenai: Tras el olvido, la vergüenza y el abandono incluso algunos krokul se aferraron a la esperanza de ser aceptados. Su fuerza de voluntad y la guía de Nobundo les llevó a romper con el desprecio de la sociedad draenei y ganarse un lugar como "los Redimidos". Ahora son una casta de todo derecho: ofrecen mano de obra y apoyo a los Rangari.
Además, son neutrales y miembros del Anillo de la Tierra, siendo la facción draenei más abierta.
Akamai: Se sentían despreciados y mangoneados. Akama, Exarca Vindicador, el mayor guerrero entre los draenei, reducido al exilio y la vergüenza... Era injusto, pagarían caro ese insulto.
Sirven a Illidan Tempestira y por rebote al Relicario y el Pacto, siendo aliados indirectos de Garrosh y las Legiones de Hierro. Practican la brujería y el elementalismo agresivo, sometiendo los elementos.
Los Perdidos: La desdicha y el marchitamiento se fue agravando más y más, hasta convertir a los draenei en un despojo irreconocible y salvaje. Son seres deformes y violentos, aunque escurridizos y cobardes, llenos de rencor y frustración. Muchos son esclavos de los illidari, otros viven como tribus salvajes incluso en Reinos del Este, cerca del Portal Oscuro.
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